Encolerizado, el dios cruel había condenado a un pueblo inocente a vagar hasta el fin de los tiempos por los altiplanicies de los Andes. Afortunadamente, los hijos del Sol, Manco Capac y su hermana-esposa Mamo Ocio, dignidades propicias velaban por los infortunados. Para que pudieran resistir el hambre y el frío les enseñaron a mascar las hojas verdes de un arbusto: la Koka. De esta manera pudo sobrevivir la raza inca...
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